martes, 11 de diciembre de 2007

La madre de las independencias

POR ENRIQUE SERBETO
BRUSELAS.
El referéndum de independencia de Montenegro en mayo del año pasado fue la campanada de salida de un proceso que la proclamación de Kosovo como Estado independiente podría hacer entrar en una deriva extremadamente peligrosa. Montenegro había tenido una historia independiente en el pasado reciente, y era jurídicamente una de las entidades federadas en la vieja idea de Yugoslavia. Su separación de Serbia, con la que comparte lengua, historia y religión, hubiera podido no producirse, pero era una opción que estaba sobre la mesa y que finalmente tuvo lugar, por suerte, sin traumas.
El caso de Kosovo ha sido diferente. Desde el punto de vista jurídico o administrativo, Kosovo nunca fue más que parte de Serbia, igual que la provincia de Vojvodina, poblada de una mayoría húngara y que podría utilizar el precedente de Kosovo para seguir el mismo camino. Por eso, los gobiernos de Rumanía y Eslovaquia (que también albergan minorías húngaras) han sido muy reticentes en esta discusión en el seno de la UE, a pesar de que en su caso, todos están dentro de la Unión Europea y no es previsible que Hungría se dedicase a alentar los sentimientos nacionalistas en territorios de sus vecinos.

Catalanes y flamencos
Naturalmente, la curiosidad sobre la suerte de los kosovares no es solamente una característica de los pueblos del Imperio Austrohúngaro. Hace una semana se celebró en Bruselas una reunión entre el vicepresidente de la Generalitat de Cataluña, Josep Lluis Carod-Rovira y el presidente de la región belga de Flandes, el democristiano Kris Peeters . Los nacionalistas flamencos están siguiendo muy atentamente lo que pasa en Kosovo, sobre todo en estos tiempos de incertidumbre en Bélgica -hoy se cumplen seis meses de crisis sin haber logrado formar un Gobierno federal- y hablan cada vez más abiertamente de la muerte del Estado que les une a los valones. Los nacionalistas catalanes contemplan con tanto interés el proceso de Flandes como el de Kosovo. Una visita por las páginas web de los movimientos nacionalistas mas o menos independentistas del Pais Vasco, Escocia, Córcega o Bretaña da una buena medida de la extraordinaria atención que le prestan al fenómeno balcánico. Los escoceses han llegado a asustar a los electores británicos, pero teniendo como primera fuerza política a un partido nacionalista que pide abiertamente la convocatoria de un referéndum de autodeterminación, la puerta abierta que deja el debate sobre Kosovo se agranda.
Francia, sin embargo, no ha mostrado por ahora ninguna inquietud sobre posibles repercusiones. Tradicional aliado de Serbia, París vive ahora un período nada dulce con Belgrado, al que hace pagar las deudas particulares de la guerra.

La inquietud de Chipre
Pero, a quien más le preocupa es al Gobierno de Chipre, en una situación que considera extremadamente amenazante para sus intereses. El argumento más sólido que han encontrado los servicios jurídicos del Consejo Europeo y el Departamento de Estado de EE.UU. a favor de los kosovares es que desde los bombardeos de 1999, el Gobierno de Belgrado ha dejado de tener control administrativo efectivo sobre este territorio. En el caso de Chipre, la interrupción de su control en una parte de su territorio es una realidad desde 1974, tras la invasión turca, lo que, según los argumentos de Kosovo, llevaría a reconocer que el norte de la isla es «independiente de facto». Para Chipre, además, la elección presidencial de febrero puede suponer un factor de presión a la hora de resistirse a aceptar los hechos consumados en Kosovo. El actual presidente, Tassos Papadopoulos, recibió ayer al ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Ivanov, cuyo Gobierno es el principal apoyo de Serbia en esta cuestión y el que muy probablemente vetará un reconocimiento de la independencia en el Consejo de Seguridad.
Ivanov advirtió la semana pasada en una reunión ministerial de la OTAN dedicada a Kosovo que la declaración de independencia de esta provincia sería «un peligroso precedente» para muchos casos, «y no sólo en los Balcanes, sino en toda Europa». Rusia quiere asustar sobre el mal uso que se puede hacer de esta separación que se le impone a Serbia ahora, y que tal vez sea en su día utilizada para imponer otras soluciones. Sin mencionarlas, el ministro ruso se refería claramente a lo que puede suceder en países occidentales como España, Francia, Bélgica o la misma Gran Bretaña, pero pensando a su vez en los casos de las regiones separatistas en su área de influencia (Abjasia, Osetia del Sur, Transdnistria, Crimea...). En los servicios de análisis del Consejo Europeo se ha pensado siempre que Rusia no llegaría muy lejos por miedo a que también se aplicase el mismo criterio separatista en el caso de Chechenia. Pero en Moscú no piensan lo mismo y en esto están dispuestos a hacer pesar su fuerza en el Consejo de Seguridad de la ONU.

En los Balcanes
Sin embargo, las primeras consecuencias que ha de tener la independencia de Kosovo se producirán muy probablemente en sus alrededores. Lo más probable es que la Comunidad Internacional se vea en la obligación de decidir qué sucederá cuando los serbios del norte de Kosovo hagan respecto a Pristina lo mismo que los kosovares han hecho respecto a Belgrado: escindirse. Al fin y al cabo, la autoridad de los kosovares tampoco tiene efecto ni es reconocida en esta parte de Kosovo. También los serbios de Bosnia podrían utilizar los mismos argumentos: obligados a permanecer unidos en el seno de un estado multiétnico difícilmente viable, los serbios de la República Srpska abrirán sin duda el avispero de las fronteras en el interior de lo que fue la antigua Yugoslavia, en un proceso en el que no se librarán ni Croacia -que puede salir ganando- ni Macedonia.
La constatación de que el estatus actual es insostenible es otro de los argumentos centrales. Lo malo es que eso da alas a fuerzas perversas que aquí y allá son especialistas eficaces en convertir una situación más o menos estable en insostenible. Y con la independencia de premio, no hay mejor aliciente.

No hay comentarios: