Los dos millones de kosovares -el 90% de origen albanés y el resto servios, turcos o gitanos- que conviven en una provincia del tamaño de Asturias abrirán en pocas semanas una crisis diplomática para EEUU, la UE y Rusia. La primera modificación de fronteras desde la II Guerra Mundial contra la voluntad del país afectado parece inevitable tras la última ronda negociodora fallida. Los aliados de la OTAN debatirán mañana cómo afrontar la tensión con Moscú y Belgrado. Los europeos ya asumen que tendrán que reconocer la independencia kosovar, aunque itentan retrasarla a la primavera, para que no peligre la reelección del moderado y europeísta Boris Tadic en las elecciones presidenciales de principios de año. El Mundo.
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