Han estado en Madrid los tres hombres capitales del nuevo Kosovo que va a ser el último estado independiente en surgir del desmoronamiento de la antigua Yugoslavia. Se trata, según el convencimiento de la inmensa mayoría de los miembros de la Unión Europea, de cerrar definitivamente las cuestiones fronterizas en los Balcanes y abrir una nueva página en la que todos, pero especialmente Belgrado y Prístina, como antes hicieron Liubiana (Eslovenia), Zagreb (Croacia), Sarajevo (Bosnia-Herzegovina), Skopje (Macedonia) y Podgorica (Montenegro) asuman pasado, presente y ante todo un futuro en común tras las desdichas de las pasadas décadas. El presidente moderado Fatmir Sejdiu, el nuevo primer ministro, reciente vencedor de las elecciones y exlíder guerrillero del UCK, Hashim Thaci y el imprescindible Vetton Surroi, el cerebro negociador de este largo peregrinaje que comenzó en 1991 con la declaración de independencia de Eslovenia y Croacia y pasó por varias guerras y la última operación genocida de Slobodan Milosevic, llegaron a Madrid para contarle al ministro de asuntos exteriores español, Miguel Angel Moratinos, cuales son sus intenciones.
Ahora ya está claro que no habrá un acuerdo negociado entre Serbia y Prístina por imposición expresa de la Rusia de Vladímir Putin que impedirá una resolución del Consejo de las Naciones Unidas sobre la base del plan elaborado por el expresidente finlandés Maahti Athisaari. Todos agradecen el papel jugado por Moratinos en la presidencia de la Organización para la Cooperación en Europa (OSCE) que saben no le ha podido resultar fácil porque el resultado se aleja de los resultados que en un principio les habría parecido ideal a la diplomacia española. Pero aplauden su realismo y dan por hecho que España no se distanciará ya de la práctica totalidad -al margen de reticencias chipriotas, griegas y eslovacas- de los 27.
El presidente, el primer ministro y el veterano negociador Surroi, hijo de un embajador yugoslavo muerto en España en extrañísimas circunstancias hace tres décadas, se reunieron ayer en Madrid con ABC para explicar lo que, en su opinión y en perfecto acuerdo entre ellos pese a sus diferencias ideológicas, debe ser una hoja de ruta sin sobresaltos y en plena coordinación con Estados Unidos y la Unión Europea.
«Habrá una proclamación de independencia que estará coordinada con los aliados en la comunidad internacional para la que aún no hay fecha exacta», según el presidente Sejdu pero que «no puede ya postergarse mucho», en palabras de Thaci, vencedor de las elecciones y hoy sin duda el hombre fuerte en el nuevo estado. «La sociedad no puede desarrollarse en esta situación de precariedad» jurídica internacional, señalaba ayer Surroi. Se asumirá de forma completa, dijo, todo el Plan Ahtisaari con el despliegue de garantías para las minorías y especialmente la serbia en el norte del país. «No habrá ninguna acción precipitada ni unilateral», insistieron y coincidieron también en que sus previsiones respecto a la reacción de Serbia y Rusia no son alarmantes.
Y minimizan las posibilidades de las fuerzas ultranacionalistas serbias de abrir otros frentes en los Balcanes. «Sí, han aparecido pancartas pidiendo ayuda a Putin en Banja Luka (capital de la región serba de Bosnia) y amenazan con crear ese efecto del conflicto bélico «congelado» como los que tienen los rusos en el Cáucaso, pero los intereses en Europa harán que pronto Kosovo sea un factor de estabilidad en los Balcanes».
En todo caso e independientemente de sus últimas conversaciones antes de que el próximo lunes concluya el plazo de reintento negociador impuesto por la ONU, los tres se mostraron ayer muy firmes en su decisión de que no habrá más retrasos porque Kosovo necesita para sobrevivir un status quo definitivo en el que ser fuerza activa. En algo más estaban de acuerdo los tres protagonistas de la independencia de Kosovo y es que la presión de Rusia no es un problema kosovar sino de la Europa libre. «También allí están intentando tener un veto sobre la política de los europeos. Europa debe demostrar que ese veto sobre la voluntad europea no existe». Hermann Terstch. ABC. 6 de diciembre de 2007
Ahora ya está claro que no habrá un acuerdo negociado entre Serbia y Prístina por imposición expresa de la Rusia de Vladímir Putin que impedirá una resolución del Consejo de las Naciones Unidas sobre la base del plan elaborado por el expresidente finlandés Maahti Athisaari. Todos agradecen el papel jugado por Moratinos en la presidencia de la Organización para la Cooperación en Europa (OSCE) que saben no le ha podido resultar fácil porque el resultado se aleja de los resultados que en un principio les habría parecido ideal a la diplomacia española. Pero aplauden su realismo y dan por hecho que España no se distanciará ya de la práctica totalidad -al margen de reticencias chipriotas, griegas y eslovacas- de los 27.
El presidente, el primer ministro y el veterano negociador Surroi, hijo de un embajador yugoslavo muerto en España en extrañísimas circunstancias hace tres décadas, se reunieron ayer en Madrid con ABC para explicar lo que, en su opinión y en perfecto acuerdo entre ellos pese a sus diferencias ideológicas, debe ser una hoja de ruta sin sobresaltos y en plena coordinación con Estados Unidos y la Unión Europea.
«Habrá una proclamación de independencia que estará coordinada con los aliados en la comunidad internacional para la que aún no hay fecha exacta», según el presidente Sejdu pero que «no puede ya postergarse mucho», en palabras de Thaci, vencedor de las elecciones y hoy sin duda el hombre fuerte en el nuevo estado. «La sociedad no puede desarrollarse en esta situación de precariedad» jurídica internacional, señalaba ayer Surroi. Se asumirá de forma completa, dijo, todo el Plan Ahtisaari con el despliegue de garantías para las minorías y especialmente la serbia en el norte del país. «No habrá ninguna acción precipitada ni unilateral», insistieron y coincidieron también en que sus previsiones respecto a la reacción de Serbia y Rusia no son alarmantes.
Y minimizan las posibilidades de las fuerzas ultranacionalistas serbias de abrir otros frentes en los Balcanes. «Sí, han aparecido pancartas pidiendo ayuda a Putin en Banja Luka (capital de la región serba de Bosnia) y amenazan con crear ese efecto del conflicto bélico «congelado» como los que tienen los rusos en el Cáucaso, pero los intereses en Europa harán que pronto Kosovo sea un factor de estabilidad en los Balcanes».
En todo caso e independientemente de sus últimas conversaciones antes de que el próximo lunes concluya el plazo de reintento negociador impuesto por la ONU, los tres se mostraron ayer muy firmes en su decisión de que no habrá más retrasos porque Kosovo necesita para sobrevivir un status quo definitivo en el que ser fuerza activa. En algo más estaban de acuerdo los tres protagonistas de la independencia de Kosovo y es que la presión de Rusia no es un problema kosovar sino de la Europa libre. «También allí están intentando tener un veto sobre la política de los europeos. Europa debe demostrar que ese veto sobre la voluntad europea no existe». Hermann Terstch. ABC. 6 de diciembre de 2007
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